Por Omar ROBLES
Francisco Gonzáles, o don Panchito, como solíamos llamarlo,
se nos fue físicamente el viernes 4 de agosto de este año en horas de la
madrugada. Muy temprano, las puertas de la cultura empezaron a cerrarse, el
hombre que había hecho muchísimo por nuestro Huarás se nos iba después de haber
padecido una enfermedad que lo aisló de sus más entrañables amigos.
Francisco Gonzáles nació el 20 de enero de 1922 y desempeñó
tareas diversas, como las de educador, poeta, narrador, pintor y fotógrafo. Fue
el primer director del Instituto Nacional de Cultura de Ancash (INC-A), además
de ser autor de varias obras que deberán de empezar a conocer nuestros niños y
jóvenes.
Es urgente que el valioso legado que nos ha dejado don
Francisco Gonzáles se empiece a difundir. El Plan Lector, impulsado por el
Ministerio de Educación, puede ser un buen motivo para acercar a nuestros
escolares a la obra de este hombre que lo único que hizo por Huarás fue
entregarse de cuerpo y alma para develarnos su historia, sus costumbres, y
darnos la posibilidad de sumergirnos en el conocimiento de esta ciudad a la
cual interpretaba como una que no tenía rostro.
Don Francisco Gonzales nos ha dejado. El domingo último sus
restos fueron enterrados y con ello fueron develadas las personas que,
acompañando el discurso bonito, nunca fueron seguidoras leales de su obra. No
dijeron nada sobre la forma en que sentarán las bases para que su nombre
continúe siendo pilar fundamental e inspiración de nuestra actividad cultural,
y para que su legado no muera ni termine empolvándose en algún cajón o sea
manjar de las polillas.
La actual dirección de cultura de Ancash y las dos
anteriores no han seguido su huella, no se ha vuelto a poner en circulación la
revista Queymi que don Panchito fundara. Al contrario, desde el 2001 cuando
salió el último número, no han hecho nada para continuar con su ejemplo. ¿De
qué estima hablan frente a su ataúd, cuando no perpetuaron el legado que don
Francisco inauguró? Al contrario, no prosiguieron con sus trabajos emprendidos
y, lo peor, editaron otra revista con nombre distinto a la que él creó. De esta
manera borraron a don Francisco de nuestra casa de la cultura.
La Biblioteca “Doña Ñati”, fundada por él hace algunos años
y que en la actualidad maneja el INC-A, carece de difusión, de una mejor
infraestructura y de un personal idóneo en el conocimiento del legado que don
Panchito dejó a la juventud estudiosa (la rotación de personal en el INC-A
siempre hace retroceder lo avanzado). Los discursos siempre olerán a perfume
bonito pero las realidades nos mostrarán una pestilencia nauseabunda.
Don Francisco fue colaborador persistente de la revista
Kordillera, dimos a conocer su última carta publicada a nuestros amigos de
Chimbote en esta columna y de esa forma nos comprometidos a seguir llevando
adelante su valioso trabajo.
Nos preguntamos y esperamos respuesta pública: ¿Qué será de
los libros, pinturas, slides y demás objetos que pertenecieron a don Panchito?,
¿qué será de la obra que venía escribiendo desde unos años atrás, por ejemplo
sus memorias?, ¿cómo se llevará adelante la Fundación Museo Ciudad de Huarás,
proyecto de don Panchito para con la tierra que amó con todo su corazón?,
¿tienen pensado, el INC–A y las instituciones que él integró, en cómo harán
para que su obra se difunda y se conozca aún más?, ¿qué trabajo desarrollará el
Gobierno Provincial de Huarás en este objetivo?, ¿la revista Asterisco que él
fundara, alguien tomará la posta y la continuará como un homenaje a su labor
editorial tan incomprendida? “Es un privilegio ser ignorante”, decía don
Panchito como una bofetada a nuestra sociedad.
Se fueron las penas y los discursos, es hora de ponerse a
trabajar si de verdad respetamos el nombre de don Panchito Gonzáles.
Publicado el 9 de agosto de 2006 en “Kordillera. Espacio de
arte y cultura”, del diario Prensa Regional.